Herman Hesse creó a Harry Haller, el protagonista de El lobo estepario, que era básicamente él, pero haciendo todo lo que el bueno de Herman no se atrevía a hacer (esto lo hacen muchos escritores). No quiero explicar El Lobo Estepario a nadie pero realmente Harry parece hacer aquello de lo que Herman no es capaz.
Nabokov es un tipo que escribe muy bien en inglés a pesar de ser ruso. Le gustan mucho las mariposas y escribe algunas de las mejores escenas eróticas que yo haya leído nunca. Me gusta porque es un genio de las estructuras y se rie un poco de todo (hasta de él mismo... sobre todo de él mismo).
Pero el personaje, repetimos, tiene demasiada vida. Quiere seguir viviendo, en otro libro, da igual dónde, da igual cómo. Me recuerda al Augusto de "Niebla", la novela de Miguel de Unamuno. Cuando está a punto de morir, se rebela contra el autor:
Cortázar, aunque también tiene un buen sentido del humor, es demasiado serio para esos rollos de la perversión y vuelve al lado profundo, digamos incomprendido, del personaje.
Pero crear un personaje poniéndole vida (poniéndole tu vida) tiene un precio. A Harry Haller se le queda pequeño el universo de El lobo estepario y, una vez acabada la novela, necesita seguir devorando páginas.
Así que, de un modo u otro, acaba llamando a la puerta de Vladmir Nabokov.
El caso es que H.H. necesita más. Así que va a ver a Julio Cortázar.