lunes, 28 de febrero de 2011

La verdad en Viena (10)

Mierda.



Tantos días en Viena y nada. No he descubierto nada. La desaparición de los lectores austríacos sigue siendo un misterio. Os podría decir que han muerto todos, o que nunca han existido, o que me los he encontrado a todos en un zulo, o haciendo una fiesta en Eslovaquia, pero no sería verdad. No tengo ni puta idea de donde se han metido.

Además, me han llamado de la central de Mierda Gratis diciendo que estos días no solo no hemos recuperado a los lectores austríacos, sino que se ha producido un bajón espectacular en todo el mundo.




Ayer conseguí regresar de Polonia con un camionero lituano, y ahora estoy haciendo las maletas para volver a Barcelona. La sensación de fracaso es muy considerable. Esos días me parecía estar encontrando piezas que acabarían encajando en un rompecabezas, pero al final parece que no son piezas ni son nada.

¡Espera!

Si cogemos a una húngara, le cortamos los dedos, le aplicamos vodka a las heridas, le vendamos los muñones con una revista y la abandonamos dentro de un cochecito de bebé en medio de Viena, quizás...

Pero no, no.

Nada.

Eso no cuadra para nada.

Este viaje ha sido una mierda, un auténtico viaje de mierda gratis.

domingo, 27 de febrero de 2011

La verdad en Viena (9)

Hoy me he despertado en Polonia.

No sé como he llegado aquí. Cuando he abierto los ojos, estaba en una cama muy desecha en una habitación con dos ventanas. Afuera, nevaba.

Me he levantado y he sacado la cabeza por la puerta, pero solo he visto un pasillo desierto con algunos cuadros en las paredes. La cabeza me dolía.

Me he puesto las manos en los ojos, me los he apretado, y ha sido entonces cuando he empezado a oír un ruido. Era un ruido como de mucha agua, como si un gran chorro de agua cayera dentro de más agua. Me he dirigido hacia él.

He abierto la puerta de donde me parecía que venía, pero cuando la he acabado de abrir ya había parado. Todo lo que he visto ha sido una cocina con una mesa en medio y un tío sentado detrás.




Le he dicho hola, pero no me ha contestado.

Le he vuelto a decir hola, pero tampoco.

Luego le he empezado a decir hola en todos los idiomas que conozco... Pero tampoco nada.

Cuando ya estaba a punto de irme, ha sacado una botella y dos vasitos.



¿Vodka? No, gracias.

Después lo he recordado todo.

Todo.

Todo empezó en una tienda de alcohol. El dueño, un hombre con la cara muy roja y de fuertes convicciones monárquicas, me iba ofreciendo distintas variedades de alcohol, pero no me las explicaba, simplemente iba tomando distintas botellas de las estanterías y me las iba dando. Yo no podía hacer otra cosa que cogerlas.

Mientras me hacía la cuenta, el dueño me contaba sus viajes a las islas Canarias, poniendo mucho énfasis en la posibilidad de los tsunamis.




Claro.

Luego fui a casa de unos amigos (he tenido tiempo de hacer amigos, aquí) y les entregué las botellas. Me acuerdo que luego fuimos a un restaurante italiano, después a tomar unas cervezas en un bar nostálgico del nazismo, después a tomar unos schnapps en un bar fashion y luego volvimos a la casa de los amigos y tomamos más schnapps y luego salimos otra vez y nos fuimos a un bar con mucha gente bailando sobre las mesas.

No sé por qué os lo explico todo con tantos detalles... Vayamos a lo básico. En ese bar con tanta gente había un hombre que destacaba sobre todos los demás. Según él, era de América del Sur, pero en realidad era peruano. El tipo ejercía una especie de control mental sobre toda la gente que se le acercaba, tenía unas técnicas muy perfeccionadas e iba hasta el culo de coca.



La fiesta iba evolucionando y cada cierto tiempo el peruano aparecía y desarrollaba sus trucos mentales. El problema vino cuando alguien (creo que fui yo) pudo sustraerse de su control y empezó a decir verdades.

La cosa se lió. Mucho.

De repente todo eran sillas volando de un lado para otro. Era un gran caos. Como todo el mundo estaba metido en la pelea, nadie separaba a nadie y la cosa se liaba más y más. Recuerdo perfectamente el momento en que un chico, lleno de ira, cogió una especie de mesita de plástico que había por ahí y empezó a moverla en movimentos circulares.





Ya se veía que habría algún accidente...






Lo hubo.

La mesita verde giratoria y la oreja del peruano: un destino.






Fue un corte muy fino, el fin del peruano.



Al final vino la policía y volvió a organizarlo todo. Nosotros salimos y dejamos pasar con toda naturalidad a tres judíos ortodoxos que de no ser por nuestra adaptación a la nueva sociedad nos hubieran atropellado sin escrúpulos.




Así que caminamos por la ciudad de noche. Hacía mucho frío, y alguien (creo que no fui yo) dijo de coger un taxi, y eso seguramente fue un error pues al cabo de un tiempo indeterminado nos encontramos atrapados por la nieve en medio de los Cárpatos.

Por suerte, cuando ya estábamos a punto de morir congelados, alguien picó con los dedos a la ventanilla y nos llevó a una casa donde había una mesa con velas y donde empezamos a beber vodka en una especie de loop infinito.

A partir de aquí el blackout es total. Tengo una especie de destellos de conciencia en los que me veo caminando por la calle y tomando té en una habitación con el suelo de madera y unos ojos azules clavados en mis ojos marrones.


Ahora en cambio...





No, de verdad que no quiero vodka.



Venga, va, sí.



Looooooooooooooooooooooooooop.

viernes, 25 de febrero de 2011

La verdad en Viena (8)

Ayer hablaba de tensión, pero para ser más precisos quizá habría que hablar de otra cosa.

Delante del Ayuntamiento de Viena han puesto una pista de patinaje sobre hielo. Es entre algo muy cool y algo muy cutre.





En la pista hay mucha gente que va a patinar, y hay algunos que no saben nada y algunos que saben mucho. Los que van pegados a la pared y los que van haciendo piruetas.

Justo en medio de estos dos extremos, hay los locos.

Los locos van dando vueltas esperando alguna víctima. Esperan que alguien se caiga para cortarle los dedos de las manos.




Miedo en Viena.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La verdad en Viena (7)

El domingo pasado fui a una fiesta de cumpleaños. Había la crème de la crème de Viena.





Fue muy interesante porque pude observar muchas cosas, especialmente a las mujeres, provenientes de todo el mundo aunque con una gran y bella presencia del llamado Este.

La anfitriona, sin ir más lejos, era húngara. Lleva en Viena muchos años, tantos que ya se puede decir que es vienesa.



Todo parecía muy normal, la gente iba hablando en grupos variables, iban sacando temas con gran naturalidad, pero a un cierto punto de la serata la chica empezó a apagar las luces, se fue a la cocina y salió con un pastel de cumpleaños.







¡Cantaba ella! Los otros nos la mirábamos estupefactos. Y se incendió, claro.






Se quemó con una sonrisa.



Hablando con los invitados aprendí muchas más cosas. Un coronel me explicó con gran elegancia que el sistema político de Austria se basa en la alternancia de dos partidos políticos, el radical y el ultra. Los dos son fieles defensores del principio constitucional número uno, que se condensa en tres palabras:


Alles ist verboten


En Austria la policía te puede detener en cualquier momento, pues todo, absolutamente todo, está prohibido. Así, la vida cotidiana se asemeja a un miraculoso estado de gracia. Los dos partidos se diferencian en el grado de rigor con el que aplican este principio.

Hacia el final de la fiesta me ataron a una silla y me emborracharon con licores. Estar en medio de una conversación de austríacos, en un salón vintage, sin entender casi nada de lo que dicen, es muy estimulante.

Cuando al fin conseguí escapar, casi soy atropellado por un judío ortodoxo. Hay muchos, en Viena.



Debajo de sus casas han puesto unas placas doradas para recordar a los que fueron eliminados durante el nazismo. Ahora pueden volver a vivir tranquilamente entre el resto de ciudadanos, claro, y muchos no se perciben, pero los ortodoxos hacen mucho para destacar. Están muy seguros de su religión y van vestidos de una manera bastante extravagante, como para hacerlo notar mucho.

Cuando andan también van muy seguros, siempre recto hacia adelante, y si te encuentras a uno de frente te tienes que apartar. Vistos de lado, parece que vayan con ruedas.




Hay una tensión rara en la ciudad.

viernes, 18 de febrero de 2011

La verdad en Viena (6)

En el metro de Viena hay revistas colgadas, revistas públicas, revistas gratis.




Hay gente que las lee y gente que las rompe, especialmente por la noche. Lo que no he visto es a nadie llevarse ninguna, y no porque no sean gratis, sino porque son una mierda.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La verdad en Viena (5)

Andaba yo ayer por la noche andando por Viena cuando de repente veo, justo en medio de Heldenplatz, un cochecito de bebé abandonado.

La cosa tiene poética porque fue desde un balcón de Heldenplatz que Hitler hizo su discurso tras la anexión de Austria al Tercer Reich. En aquel entonces la plaza estaba llena a rebosar de austríacos y esvásticas. Ayer, en cambio, solo aquel cochecito de bebé.

Muy oportunamente me encontré con unos policías, a los que dije:



Los policías me dijeron: "Gracias, señor" y se fueron hacia allí. Yo seguí en mi dirección tranquilamente.

La verdad en Viena (4)

Todo se derrumba. Esta mañana me he plantado en medio de la ciudad y he empezado a preguntar a la gente qué le parece Mierda Gratis.





Ha sido demoledor. Nadie ha entendido la pregunta, ¡nadie! Algunos me intentaban entender, pero la mayoría me ha tomado por loco.

En Viena la gente habla alemán, no español.






De verdad que no entiendo nada. ¿Dónde están los lectores austríacos de Mierda Gratis? ¿En el Tirol? Paso de ir al Tirol.

martes, 15 de febrero de 2011

La verdad en Viena (3)

Atención. Hoy he sabido que Austria es el primer productor mundial de biogas. El biogas es la energía que se crea a partir de la mierda.




Creo que estoy empezando a oler la verdad.

lunes, 14 de febrero de 2011

La verdad en Viena (2)

Uf, cuantas cosas hay que contar, pero empecemos con una para empezar a entenderlo todo.

En medio de Viena hay un edificio inmenso que se llama Rossauer Kaserne. Son unos antiguos cuarteles militares que se empezaron a construir en 1865. Gracias a su estructura consistente, el edificio sigue en pie.




Su arquitecto se llamaba Karl Pilhal, y era el típico individuo que siempre lleva sombrero de copa aunque por educación se lo saca cuando le hacen una foto.




Después de cinco largos años de construcción, el edificio fue inaugurado por todo lo alto el 17 de agosto de 1870. A la gran fiesta acudió todo el mundo, del emperador para abajo. Se dice que se consumieron cinco toneladas de pasteles y 50.000 litros de café.

El caso es que, quizá debido a tanto café, a un cierto punto de la fiesta el emperador dijo:




Automáticamente los súbditos del emperador (es decir, todos los presentes) se pusieron en movimiento y empezaron a buscar un retrete, y a buscar un retrete, y a buscar un retrete... Hasta que, al cabo de diez minutos de buscar, en vez de un retrete encontraron esto:




Sí. Karl Pilhal. El pobre se había olvidado de incluir retretes en el diseño del edificio.

domingo, 13 de febrero de 2011

La verdad en Viena (1)

Hola, estoy en Viena.



Como toda empresa, en Mierda Gratis estamos muy preocupados por nuestros clientes, queremos que queden siempre plenamente satisfechos. Por eso estoy aquí. Hace poco se ha producido un fenómeno inexplicable con nuestros lectores austríacos, han caído de golpe, han desaparecido.




Los lectores más atentos seguramente recordarán que hasta hace poco nuestros posts siempre acababan llenos de comentarios en alemán:


Ich mag auch lieber goldene mierda als menschen essen. Ein super blog, gratuliere aus Österreich!

Schön, das ist wie ein genagelter Ski, aber im blauen Schnee. Aber was hat das mit Alkohol zu tun? Liebe Grüße aus den Alpen!schön

Aber wer hat das Buch geschrieben, Philip oder Joseph? Immer dieselbe Konfusion. Flämische..

Österreich, Österreich ist ein grosses Gif!

Aufwiederschauen!


¿Aufwiederschauen? ¿Por qué Aufwiederschauen? Desde este Aufwiederschauen que no hay más visitas de Austria, nuestras estadísticas están vacías de Austria.

Os voy contando.

domingo, 6 de febrero de 2011

Tratado sobre el amor (especial rupturas)

Pues sí, pues sí... Hay que afrontar el momento...




Joder, con lo bien que estábamos... ¿O no? ¡Sí! ¡No! Estábamos fatal, venga, no disimules ahora, no tengas miedo en el último momento:



Y ya está.

¡Ay, que duras son las rupturas, y que tristes, y que rabia hacen, y como mataríais al otro... con que crueldad más refinada... pero ay mira una lágrima, mira como te echo de menosssssss!

...

...

...

Bueno va, mode emo off, mode mierdagratis on, que esto no parece un tratado ni nada.



Sí, hay muchos motivos y muchas maneras de romper, este es el problema. Pero como en un tratado no hay problemas, sino soluciones, nos sacaremos de la manga la fórmula siguiente:





¬R ↔ ((¬ʃ) ˄ (¬(p=p)) ˄ (¬¬r))





¡La fórmula de la ruptura!

Es decir:

Solo habrá ruptura cuando haya una ASIMETRÍA insuperable entre la pareja (uno quiere más al otro que el otro al uno, buscan cosas diferentes en la vida, uno quiere tener pareja y el otro no, uno está muerto y el otro está vivo, uno quiere imponer sus costumbres y decisiones al otro, uno quiere tener hijos y el otro odia a los niños, etcétera)






O bien cuando se descubra que el otro es OTRA COSA de lo que se pensaba que era (resulta que es un pedófilo, que tiene cincuenta amantes, que tiene un problema con las drogas, que sigue enamorado de su ex, que tiene traumas de infancia insuperables, que es hijo de militar, que es un fanático religioso, que está circuncidado, que no se depila, que tiene el coche tuneado, que su hermano o su hermana es mucho más hot, etcétera)





O bien cuando haya una RELACIÓN.

¿Cómo?

¿Que solo habrá ruptura cuando haya relación?

Pues claro. Que es lo mismo que decir que siempre que haya relación habrá ruptura.



¡Viva el amor!

viernes, 4 de febrero de 2011

Egipto

Hola. Soy el 50% de Mierda Gratis y hoy quiero hablar un poco en serio. Bueno, os cuento.
Soy egipcio. Y todo lo que está pasando ahora mismo en Egipto me está dejando un poco loco. Es curioso como uno ve las cosas desde la distancia y la indiferencia hasta que le tocan.




Soy egipcio un poco de aquella manera. Nací en Barcelona pero tanto mi padre como mi madre son de Alejandría.




Es un poco lo que tenemos que vivir las segundas generaciones de inmigrantes, que somos de ninguna parte y muchas veces nos cuesta entender ese sentimiento de pertenecer a algo. No me estoy poniendo llorón ni mucho menos, por supuesto todo tiene sus pros y sus contras.






Aunque se olvidará (como todo, joder, nos olvidamos de todo) ha pasado algo bastante bonito en Egipto. No quiero (ni puedo) explicarlo pero es algo importante. No son partidos políticos, clases sociales, ni siquiera una generación. Simplemente gente, personas, todas por fin atreviéndose a confiar en su sentido común. A pesar de que muchos han nacido en una dictadura, salen a la calle y dicen "Esto no me gusta, basta ya".

Los medios de comunicación (audiencia, intereses económicos, qué se yo) cambian el discurso. Entonces todo da un giro. Juro que me han dado ganas de llorar cuando he visto hoy a Zapatero en televisión.





Que en Egipto hay una dictadura que reprime al pueblo lo sabe este señor y todos sus compañeros de profesión desde hace años, pero da igual, ahora está bien decirlo, ahora se puede.

Bueno, ahora SE TIENE que decir.

No entiendo tanta sangre fría, tanta indiferencia. Tanto decir lo que toca siempre. Ojalá fuéramos todos más sinceros con nosotros mismos y con los demás.