lunes, 18 de abril de 2011

Señoras

Hay muchas señoras*.

Hace un tiempo, y gracias a las redes sociales (cuando se dice redes sociales se quiere decir, sin decirlo, el puto facebook) las señoras han tenido un gran subidón de popularidad. Señoras con la bolsa en la cabeza cuando llueve, señoras que bailan juntas pasodobles en fiestas de pueblo, señoras que piensan en Arturo Fernández mientras están en el jacuzzi.

Yo hace tiempo que las llevo observando. Mis primeros grandes encuentros con señoras fueron en grandes polos de peregrinaje como Lourdes o Loreto.

De hecho mi primer encuentro fue en Loreto, Italia, cuando yo todavía era muy jovencito. No sé exactamente como fui a parar ahí. Este pequeño pueblo de la costa adriática resulta que es el sitio donde unos ángeles trajeron entera, volando, la casa donde vivió María la madre de Dios. Encima de la casa se construyó una gran basílica y una plaza muy grande y hoteles y restaurantes y cuando vas a Loreto lo que ves son muchos autocares en movimiento llevando y trayendo señoras, chicos con síndrome de Down y boy-scouts (los boy-scouts quizá llegan a pie). Llegan, rezan, cantan, encienden un farolillo, cantan un poco más y se van.



Yo, por aquel entonces, todavía no había individuado el concepto de señoras. De hecho, las llamaba "mujeres de Zaragoza", ya que estaba convencido de que todas ellas provenían de esta ciudad. ¡Mujeres de Zaragoza! ¡Mujeres de Zaragoza! Y me iba corriendo.

A Lourdes fui una vez que me quedaba cerca y aún flipé aún más. Allí se producen auténticas manifestaciones de señoras, que van por la calle con banderas, cirios y otros objetos representativos. Yo las seguía considerando mujeres de Zaragoza... Y de hecho el hecho de estar Lourdes más cerca de Zaragoza que Loreto y al encontrarme más señoras en Lourdes que en Loreto confirmó, equivocadamente, mi tesis de que todas las señoras provenían de Zaragoza.



Digo equivocadamente porque con el tiempo he descubierto que el fenómeno es mucho más grande de lo que nunca hubiera imaginado.

El boom de facebook hizo que descubriera algunos nuevos tipos, subespecies, y que me adentrara más en la investigación.

Los últimos dos o tres años han sido intensos en este sentido. He recorrido buena parte del planeta con el objetivo de desentrañar estos misterios.


Yo he estado en bingos. 


Yo he pasado horas en salas de espera.


Yo me he indignado en colas de supermercado.


Yo he vivido en un campo de entrenamiento de señoras. 

¿Como?

Sí, sí, sí, un campo de entrenamiento. Como los de los terroristas, pero en señoras. He convivido con ellas. He participado de su vida, de sus costumbres, de sus fiestas, de sus alegrías y sus penas. Casi me convierto en una de ellas. El campamento está en un sitio que prefiero no desvelar. Las razones por las que no lo quiero desvelar tampoco las quiero desvelar.

Solo diré que alrededor hay señoras que salen a caminar con chalecos reflectantes.


Además engordé 12 kilos que me han costado mucho de perder.









*Durante largo tiempo tuve miedo de que las señoras estuvieran en peligro de extinción.

¡Hay tanta chica moderna!

Pero no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

afuá nen.