viernes, 18 de marzo de 2011

Los jóvenes del futuro

Estaba el otro día en casa de mis padres y sonó el timbre.



Fue a abrir mi padre y después de que estuviera un rato en la puerta, fui a ver qué pasaba. Vi a un chico bastante joven, posiblemente de ascendencia china, con traje. Me metí en la conversación y le pregunté ¿qué desea? Me dijo “Vengo a aplicarle el descuento en su factura del gas”.
- ¿Qué quiere decir que viene a aplicarme un descuento? ¿Me quiere cambiar de compañía?
- No cambiaríamos nada de su instalación.
- No, gracias, no me interesa.
Y el chico, con toda la tranquilidad del mundo dijo "¿en serio? ¿no quieres que te aplique el descuento?" Y se marchó de allí encogido de hombros.



Vale, tampoco era oficialmente una estafa, simplemente me iba a cambiar de compañía para llevarse una comisión y mis padres le hubieran pagado el gas a otra gente. 


Pero tengo que aceptar que me asusté un poco. Me asusté porque me da la impresión de que hasta la forma de engañar a la gente va evolucionando y cada vez me va a costar más verlas venir. No es miedo a hacerse mayor. Es la constatación de que el mundo se actualiza más rápido que nosotros.
Entiendo los mecanismos de las herramientas que se utilizan hoy en día para engañar a la gente mayor


pero es muy posible que no entienda los del futuro: si llego a viejo, los timos que me tocan a mí como viejo.







Siempre he pensado que intentaría ser un viejo enrollado, pero me da miedo que el mundo del futuro me venga grande. Que me vea superado por la incomprensión.
Una vez una familia india me preguntó en la calle Pelayo por la plaza Universidad. 


Era el día del orgullo gay y en Universidad se estaba celebrando una especie de desfile/celebración (no sé exáctamente lo que es). Lo típico: mucho cuero, mucha gente del mismo sexo dándose besos, etcétera.  Me pareció divertido indicarles el camino y seguirles un rato a ver qué harían cuando vieran cómo estaba la plaza Universidad. Lo que vi en sus caras no era ni alegría, ni rechazo, ni indignación. Era el HORROR. El miedo ante una situación inabarcable, totalmente imposible de comprender.


Ante el miedo de verme así de superado dentro de unos años, he tomado la decisión de fingir entendimiento. Sea lo que sea lo que hagan los jóvenes del futuro y que a mí me parezca que están totalmente idos de la cabeza, voy a fingir que es lo más normal del mundo.

 

Es algo difícil eso de fingirse cuerdo. Cuando era pequeño mis amigos siempre soñaban con tener superpoderes:  “¿Qué harías si pudieras volar?”, “¿qué harías si pudieras ver a través de las paredes?”
Yo pensaba que si un día me despertaba y podía ver a través de las paredes significaba que me habría vuelto completamente loco y que tendría que vivir toda la vida ocultando mi locura. Me pasaba horas imaginando como podría fingir con naturalidad que lo veía todo como una persona normal, con tal de no acabar en un manicomio.



martes, 15 de marzo de 2011

I'm gonna iYou

Ok, ya tengo el iPad.





Y el último iPhone, por supuesto.





Y el exclusivo netBook Air 360 Ollie McFly de 200 gramos.





Mi iPod hace tiempo que es de un petabyte.





Y el otro día me tatué la manzanita en la espalda.





Ahora solo me falta la mujer de mis sueños.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Vida de Carlos: el Señor Justicia



¿Recuerdan a Carlos?



Parece que la suerte le sonríe. Después de un tiempo trabajando en Invisible TV, una cadena local de muy poca audiencia, Carlos ha conseguido una entrevista con un importante presentador de Terrible Televisión, una cadena autonómica de gran presupuesto. Llamaremos a ese presentador el Señor Justicia. Le llamaremos así porque a menudo da lecciones de moral y ética en su programa matutino.

Pues bien. El Señor Justicia convoca a Carlos en su despacho, algo harto extraño, ya que el Señor Justicia es una persona muy importante y rara vez recibe a candidatos.





Carlos y el Señor Justicia hablan distendidamente durante poco más de una hora hasta que algo sucede.







Al final, sucede lo peor.






Carlos rechaza al Señor Justicia e intenta escapar. Mientras huye, escucha los improperios del Señor Justicia, que está bastante indignado y todavía mantiene esperanzas de poder ofrecerle un postre a Carlos antes de irse.




Antes de que Carlos consiga abandonar la habitación, el Señor Justicia le regala una imagen que difícilmente podrá olvidar nunca.









Altos cargos de Terrible Televisión reciben la noticia con indiferencia. Al parecer no era el primer caso. El Señor Justicia seguirá campando a sus anchas y dando lecciones de ética y moral a todos aquellos que estén dispuestos a escucharlas.




martes, 1 de marzo de 2011

Dictadores

La gente no nos entiende, joder. Se creen que es fácil esto de ser dictador, que basta con ser un hijo de puta sin escrúpulos, pero no.


Ser dictador es todo un arte. Claro, cuando hay una revuelta y la gente sale a la calle y pegan zapatazos a tus retratos, pues todo el mundo dice que eres malo.



Pero normalmente no es así. Normalmente a la gente le da igual si eres un dictador o no, porque lo más importante no es esto. ¿Qué importa si masacras o no masacras a la gente? ¿Qué pasa con las libertades? Eso de la libertad es un gran mito.

Es como los trending topics de twitter, que duran lo que duran. ¿Ahora toca que los países árabes de vuelvan demócratas? Pues muy bien. Yo les tiro bombas y digo que son unos jóvenes drogatas. Está todo en El Príncipe de Maquiavelo.



Todo esto son modas, pero ya cambiará. Los chinos están dando por el culo a todos aquellos que decían que las democracias son mejores que las dictaduras. Yo no diré que los dictadores hagamos lo bueno para el pueblo, nadie lo hace. Nosotros hacemos lo que hacemos todos. Quedas con tus amigos, haces negocios, vas con mujeres... Lo básico, vaya. Siempre según tu nivel adquisitivo.

Cuando me encuentro con otros dictadores en alguna de nuestras fiestas o reuniones, siempre sale el tema de quien roba más a su país. Que si yo el 30 por ciento, que si yo el 60, que si yo el 80 (joder, muy bien, tío, muy bien)... Siempre hacemos bromas con los demócratas y sus ridículos 1 o 2 por ciento, si es que llegan.



No hay buenos y malos, sino fuertes y débiles. El de Tunisia era un flojo. El de Egipto era un flojo. Yo tengo más mentalidad de ganador. Pensad que en mi país el 95% del territorio es un puto desierto. Estoy acostumbrado a todo.



Y si me liquidan, pues adiós. Nada es eterno, como decía... No me acuerdo.