viernes, 31 de diciembre de 2010

El fin de año

Un amigo me ha preguntado cinco veces qué haré por fin de año. No una, ni dos, ni tres, ni cuatro... Cinco veces: "¿Qué, ya sabes lo que harás por fin de año?" A la quinta ya lo sabía, pero he seguido diciéndole que no.

Hay muchas fiestas que dan mucha pereza, pero la de fin de año más. Todas tus neuronas te dicen, con sinceridad, mano en pecho: ¡vamos a pasarlo bien! Es una vez al año, claro, y de hecho nos encanta, claro, porque tiene esa magia y ese ritual de cosa nueva, crujiente, de primer beso, ese calendario nuevo que de tan nuevo parece que nunca nunca nunca se va a acabar.

De hecho una de las cosas que más pereza dan es tener siempre que hablar un poco mal del fin de año... Decir que no hay para tanto, que es como un fin de semana más... Para luego tener que correr a ponerte algo elegante, comer delicadezas, hacer lo posible para evitar quedarte solo y luego, con el grupo, no quedaros solos en medio de la ciudad.

No sé. Me parece tan evidente que el fin de año es una mierda y confío tanto en que estaréis todos de acuerdo que dejaré de hablar, porque además de repente esto me ha empezado a parecer un monólogo de aquellos lamentables, aquellos de "tengo un amigo" o de "mi madre me ha dicho". Será mejor que pasemos al dibujo, que es mucho más agradecido.



¡Feliz año nuevo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno gratis, lo que se dice gratis, no es